En esta casa, compuesta por dos piezas macladas que se apoyan sobre un sólido basamento, el diseño de las ventanas se convierte en un acto de precisión y significado. Más que simples aperturas, estas ventanas son cuidadosamente rasgadas en la piedra, como trazos deliberados que equilibran lo doméstico y lo simbólico en una arquitectura que dialoga con la escala y la proporción.
Cada ventana está estratégicamente ubicada para filtrar la luz de manera íntima, generando atmósferas que oscilan entre la calidez y la penumbra controlada. Este juego de luz y sombra enriquece los interiores, otorgándoles una calidad escultórica que responde tanto a las necesidades funcionales como a la búsqueda de una experiencia espacial profunda.
Las aberturas, con su carácter preciso y reducido, respetan la solidez del volumen y refuerzan la sensación de refugio, mientras que su distribución meticulosa establece relaciones visuales con el entorno, enmarcando vistas seleccionadas y generando conexiones discretas con el exterior.
En este proyecto, las ventanas son mucho más que elementos arquitectónicos: son intervenciones poéticas que cincelan la piedra para invitar a la luz, al paisaje y al tiempo a habitar los espacios interiores, logrando un equilibrio perfecto entre la monumentalidad simbólica y la escala humana de lo doméstico.
En esta casa, compuesta por dos piezas macladas que se apoyan sobre un sólido basamento, el diseño de las ventanas se convierte en un acto de precisión y significado. Más que simples aperturas, estas ventanas son cuidadosamente rasgadas en la piedra, como trazos deliberados que equilibran lo doméstico y lo simbólico en una arquitectura que dialoga con la escala y la proporción.
Cada ventana está estratégicamente ubicada para filtrar la luz de manera íntima, generando atmósferas que oscilan entre la calidez y la penumbra controlada. Este juego de luz y sombra enriquece los interiores, otorgándoles una calidad escultórica que responde tanto a las necesidades funcionales como a la búsqueda de una experiencia espacial profunda.
En esta casa, compuesta por dos piezas macladas que se apoyan sobre un sólido basamento, el diseño de las ventanas se convierte en un acto de precisión y significado. Más que simples aperturas, estas ventanas son cuidadosamente rasgadas en la piedra, como trazos deliberados que equilibran lo doméstico y lo simbólico en una arquitectura que dialoga con la escala y la proporción.
Las aberturas, con su carácter preciso y reducido, respetan la solidez del volumen y refuerzan la sensación de refugio, mientras que su distribución meticulosa establece relaciones visuales con el entorno, enmarcando vistas seleccionadas y generando conexiones discretas con el exterior.
En este proyecto, las ventanas son mucho más que elementos arquitectónicos: son intervenciones poéticas que cincelan la piedra para invitar a la luz, al paisaje y al tiempo a habitar los espacios interiores, logrando un equilibrio perfecto entre la monumentalidad simbólica y la escala humana de lo doméstico.
